CHICAGO Y COSTA ESTE EN 21 DÍAS – En la Zona Cero y cruzando Brooklyn Bridge

Miércoles, 08 de Junio de 2016.
Un nuevo día y un nuevo madrugón; bueno, como ayer nos habíamos levantado tarde, no nos importó. Y más aún, sabiendo que ese madrugón estaba más que justificado: íbamos a ver Nueva York desde las alturas… ¡íbamos a subir al One World Observatory!
Las entradas las habíamos sacado unos meses antes del comienzo del viaje, en la página web oficial; hay varias opciones, y nosotros sacamos la más simple, que nos costó $34 cada uno. Al comprarlas tienes que escoger la hora en la que quieres subir, y nosotros pillamos la primera: las 9 de la mañana. De ahí el madrugón que nos pegamos.

Antes de coger el metro para llegar al Financial District pasamos a desayunar por nuestro ya conocido y adorado «Europa Café»; unos cafés, un zumito de naranja y unos bollos, $15. ¡Nos encanta desayunar en este lugar! Hay muchísimos distribuidos por todo Manhattan y nosotros lo hemos utilizado en todos nuestros viajes; y no solo para desayunar, también alguna que otra vez para comer y cenar. En este viaje, al que fuimos siempre fue el que hay en Times Square, haciendo esquina en la 43 con la 7ª.

Una vez con las pilas cargadas, cogimos el metro en la parada justo enfrente del café (líneas 1, 2 y 3) y en 20 minutos estábamos en la estación de Chambers St, la más cercana a nuestra primera visita. De ahí a la entrada del edificio son uno 6 minutos a pie.
Cuando llegamos aún era temprano y estaban las puertas cerradas, así que nos sentamos a esperar a que abriesen.

entrada al One World Observatory en Nueva York

Desde ese momento, ya empezamos a darnos cuenta de lo grandioso del edificio. Íbamos a subir «al cielo de Nueva York»…

One World Observatory de Nueva York visto desde abajo

One World Observatory visto desde abajo

Este monstruo de acero y cristal, el rascacielos más alto del hemisferio norte y el cuarto del mundo con sus 541 metros de altura, ocupa el espacio donde antes se situaban las Torres Gemelas. Para todo el mundo, pero muy especialmente para los neoyorquinos, es el mayor símbolo de renacimiento de la ciudad después de los terribles atentados del 11 de Septiembre de 2001.

A las 9 en punto se abren las puertas y nosotros, con nuestros tickets en mano, entramos directamente y pasamos los estrictos controles de seguridad a los que ya todos estamos acostumbrados en estos lugares. Una vez hecho esto, llegamos al llamado Global Welcome Center, el área de espera para subir a los ascensores que nos llevarían a lo más alto del Observatory. Aquí pudimos ver muchas pantallas con datos acerca del proyecto, la construcción, el desarrollo… del rascacielos. Lo cierto es que nosotros no nos paramos demasiado porque lo que queríamos era llegar a «la cima».
Y no tuvimos que esperar demasiado: en apenas 5 minutos estábamos subidos en uno de los ascensores (hay 5 en total) que, cubierto totalmente de paneles LED, en menos de un minuto nos llevaron hasta el piso 102. Durante este corto pero intenso trayecto, en esos paneles se iban proyectando imágenes del crecimiento de Nueva York desde varios siglos atrás hasta nuestros días. ¡Una pasada!
Y aún no habíamos visto nada. Una vez arriba nos reunieron a todos en el llamado See Forever Theatre, donde esta vez delante de una gran pantalla, se proyecta una peli de unos 2 minutos tras cuyo final, se eleva para dar paso a unos grandes ventanales con unas vistas espléndidas de la ciudad. Decenas de «oooh», «aaaah», «woooow»… se oyeron entonces. IN-DES-CRIP-TI-BLE. Para mí uno de los «momentazos» del viaje.

Y a partir de ahí, teníamos todo Manhattan a nuestros pies…

vista del suelo desde el One World Observatory de Nueva York

Lidia en el One Worl Observatory de Nueva York

¡Qué vistas chicos! Ya sabéis que, a pesar de mi miedo a las alturas, siempre subo a todos los sitios: rascacielos, torres, campanarios… y este edificio ha sido uno de los que más me ha gustado. Merecen la pena esos $34 de entrada. Al menos, bajo mi punto de vista.

Os muestro más fotos (que alguna no sale muy bien por culpa de los cristales, en los que se reflejaba mucho el sol en ocasiones) de Nueva York vista desde el Observatory:

vista de Manhattan desde el One World Observatory de Nueva York1

vistas del Empier, MetLife y Chrysler desde el One World Observatory de Nueva York

vistas de Manhattan desde el One World Observatory de Nueva York2

vista del Puente de Brookly desde el One World Observatory de Nueva York

vista de Libery Island desde el One World Observatory de Nueva York

No sé por qué (¿o sí? jeje), pero ahora mismo me está entrando una morriña de «mi» New York… Ains! 😉

Después de un buen rato (muuuuy bueno) de deambular por la torre, sacar fotos, observar cada punto… cuando vimos que ya iba llegando más gente, decidimos que era hora de irnos. Además, teníamos las entradas con hora también para nuestra siguiente visita y no queríamos llegar tarde. Así que volvimos a los ascensores que nos dejaron, de nuevo, en tierra firme.

Y esta visita no era otra que el Museo del 11S, situado justo al lado de la torre. De nuevo las entradas las habíamos comprado antes de viajar en su página oficial y en esta ocasión el precio fue de $24 por persona; como os decía también llevábamos la hora: teníamos la entrada para las 11:30.
Como aún quedaba un ratito para poder entrar, dimos una vuelta sin salir de lo que es la Ground Zero y pudimos ver las dos piscinas que se han hecho justo donde estaban situadas las torres:

piscina norte del 11S Memorial en Nueva York

Sergio en la piscina sur del 11S Memorial de Nueva York

Lo cierto es que se le ponen a uno los pelos de punta estando allí. Se ve, se palpa, el respeto de la gente hacia esos miles de personas fallecidas durante los terribles actos terroristas que impactaron al mundo aquel fatídico día. Yo, que en esa temporada trabajaba fuera de España precisamente en el sector de la aviación, a día de hoy soy incapaz de ver cualquier imagen sin que se me encoja un poquito el corazón.

Aún faltaba un rato para la hora establecida, pero como no nos apetecía alejarnos mucho y lo que queríamos era entrar, nos acercamos a la chica que estaba en la entrada que, muy amablemente, nos dejó pasar.
Este museo, inaugurado en mayo del 2014, nació para preservar la historia y, sobre todo, para honrar y homenajear a todas las personas que murieron en el World Trade Center no solo en los atentados del 11S, sino también en otro que tuvo lugar en 1993. Sin embargo, por su impacto y por su cercanía en el tiempo, creo que todos recordamos más el primero ¿verdad? Para seros sincera, yo no sabía que el WTC había sufrido otro atentado en los 90…

Nada más entrar, te encuentras con este panel, en el que a modo de croquis cuenta lo que pasó ese 11 de Septiembre del 2001.

Museo del 11S en Nueva York

Durante nuestra visita, además de objetos, fotos, material recuperado de los escombros, obras de arte realizadas en conmemoración… también pudimos ver varios vídeos en los que hablan personas que, de una forma u otra, tomaron parte en lo que sucedió ese día: policías, bomberos, víctimas, familiares… Mientras escribo esto, tengo los pelos de punta recordando todo lo que allí vimos.
Lo cierto es que no hicimos prácticamente fotos de nada porque estábamos tan absortos viendo y leyéndolo todo, que no éramos conscientes ni de las cámaras de fotos. Lo único que sí que os digo es que, para nosotros, la visita mereció la pena; uno sale con un  sabor de boca un poco amargo, pero aún así, consideramos que fue un dinero bien invertido.

Cuando quisimos darnos cuenta era como la 1 de la tarde, así que salimos del museo y nos encontramos con… ¡¡el gran chaparrón!! Y mira que por la mañana había hecho un sol de escándalo… En fin, otra vez se nos torcía el plan que llevábamos para proseguir por el Distrito Financiero. 🙁
¿Qué hacemos? Bueno, pues vamos al metro para el plan B. Peeeero… cuando llegamos a la estación, y pese a ir con paraguas (aquel que habíamos comprado en Boston, ¿recordáis?) llegamos completamente empapados. ¡Madre mía, qué ducha! No nos quedó de otra que ir al hotel a cambiarnos de ropa y de calzado: las deportivas estaban llenitas de agua (de hecho, las tuvimos que secar con el secador del pelo para poder volver a ponérnoslas en días posteriores).

Aún seguía lloviendo un poco cuando salimos del hotel con la intención de ir a comer algo. Pero tenía que ser cerca, porque no queríamos volver a pillar otra mojadura. Así que lo más cerca que teníamos era justo enfrente: el pub irlandés «O’Lunney’s».  ¿Sabéis de esos sitios a los que llegas por casualidad y que resultan ser un acierto? Bien, pues este pub fue justamente eso. ¡Qué chulada de sitio y qué bien comimos! El ambiente era tal, que parecía que estábamos en una taberna de Dublín. 😉
Nos pedimos unos fish & chips, una ensalada, unas patatas (potato skins) deliciosas y la bebida y pagamos, propina incluida, $85. ¡Y platos a rebosar! Casi no lo dimos acabado. Muy recomendable, chicos.

Cuando salimos del restaurante tuvimos la suerte de que había dejado de llover y brillaba el sol, así que seguimos adelante con la idea que nos llevaba rondando la cabeza desde que llegamos a NY: cruzar el Puente de Brooklyn. En principio se suponía que no iba a llover más, así que cogimos el metro y nos fuimos al borough del otro lado del río.
En nuestro anterior viaje, habíamos ido caminando desde Manhattan hasta Brooklyn, así que ahora queríamos hacerlo al revés; total, que cogimos el metro en la 42 en Times Square hasta la parada de Clark Street (líneas 2 ó 3).
Nos costó un poco situarnos y llegar hasta la zona peatonal del puente, pero después de un par de vueltas, finalmente lo encontramos.

puente de Brooklyn Nueva York

Ya veis en la foto cómo lucía el sol. Teníamos suerte y podíamos cruzar uno de los puentes más famosos del mundo a nuestras anchas. Bueno, eso sí, teniendo cuidado con los ciclistas que lo cruzan; y es que vimos a mucha gente que no tenía ningún respeto por el carril bici y se plantaban a hacerse fotos sin tener el más mínimo cuidado. ¿De verdad cuesta tanto trabajo ser un poco cívico y respetuoso con los semejantes? En fin, que me voy del tema… jeje. ¡Seguimos cruzando!

vistas del Empire, MetLife y Chrysler desde el puente de Brooklyn

Sergio cruzando el Puente de Brooklyn en Nueva York

Lidia en el Puente de Brooklyn

puente de Brooklyn con el Empire State en Nueva York

Las vistas del skyline de Manhattan desde aquí son maravillosas. Y creo que Brooklyn es un barrio que merece la pena una visita; aunque siempre lo digo y luego nunca pasamos tiempo allí… Creo que para el próximo viaje, sí que habrá que dedicarle más tiempo 😉

A pesar de que la zona peatonal del puente (Brooklyn Bridge Promenade) mide poco más de 1 kilómetro y medio, nosotros tardamos un buen rato en cruzarlo porque nos íbamos parando cada poco: a sacar fotos, a contemplar el paisaje, a descansar… en una palabra: a disfrutarlo.
Una vez de nuevo en Manhattan nos acercamos hasta el parque del City Hall donde nos sentamos en uno de sus bancos a tomarnos un helado mientras nos organizábamos un poco y pensábamos qué hacer a continuación. Y llegamos a la conclusión de que, tras 19 días de viaje, estábamos muy cansados y necesitábamos tomarnos un respiro. Así que cogimos el metro más cercano -en City Hall Station– que nos dejó en unos 20 minutos en pleno Times Square, al lado del hotel. Eso sí: antes de «retirarnos a nuestros aposentos» compramos algo de cena (aunque yo apenas tenía hambre después del súper almuerzo) en el «Europa Café» donde esa mañana habíamos desayunado y dimos por concluido un día que había sido muy intenso en todos los sentidos y que habíamos disfrutado muchísimo. Como siempre en nuestra querida Gran Manzana…

Lidia y Sergio en el Puente de Brooklyn

 

 

 

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