COSTA OESTE EN 15 DÍAS – Las Vegas: el centro y el pasado…

Viernes, 13 de septiembre de 2013.
Hoy era nuestro último día en Las Vegas y todos nuestros planes eran nuevos, es decir, cosas que no habíamos hecho en el anterior viaje, bien por falta de tiempo, de organización…
Nos levantamos otra vez sin prisa, sin despertador. Aunque a estas alturas ya no nos daban más de las 8:00 de la mañana en la cama. Nos preparamos, cogimos la cámara y demás y bajamos a desayunar; esta vez volvíamos a repetir sitio: la cafetería “Palio”. Nos había gustado el día anterior, no nos había parecido muy caro y estaba en el propio hotel, así que era perfecto para luego coger el coche, el cual teníamos en el self-parking.

Una vez desayunados pusimos rumbo al famosísimo cartel de “Welcome to Fabulous Las Vegas”. No podía ser que fuese nuestro segundo viaje y no tuviésemos la típica foto, ¿no? Es una “turistada”, pero nos hacía gracia.
La dirección exacta donde está situado el cartel es 5200 Las Vegas Boulevard South. No tiene pérdida ninguna. Y, como todo en Estados Unidos, está tan sumamente bien organizado que tienen una zona de aparcamiento chiquitina para dejar el coche mientras te haces la foto.
Cuando llegamos allí, y mira que era temprano, ya había mogollón de gente y una cola considerable. Además, estaban arreglando no se qué en el parking con lo cual había poquito espacio para dejar el coche; nosotros lo dejamos encima de un paso de peatones, siempre con la mirada puesta en él por si venía algún policía y nos dejaba “un regalito”. Pero bueno, como ese sitio es para lo que es, me parece que tampoco es que pongan gran impedimento, porque había coches aparcados bastante peor que el nuestro y nadie parecía preocupado.
Total, que nos pusimos a la cola, que iba bastante rápido porque la gente no se entretenía mucho. Mientras esperábamos, Sergio hizo alguna foto del cartel solo y luego, cuando fuese nuestro turno, la intención era ponernos uno de cada vez y sacarnos las fotos el uno al otro. Pero cuál fue nuestra sorpresa, cuando ya nos tocaba y vimos que había una chica que te pedía la cámara y te hacía las fotos a los dos juntos… ¡qué raro! … porque nadie le daba propina. ¿No os parece extraño? En fin, que como nadie le daba nada, nosotros hicimos lo mismo y nos fuimos con unas cuantas fotos de los dos bajo el cartel.

Sergio y Lidia bajo el cartel de Welcome to Fabulous Las Vegas

Nuestro camino continuaba por el Downtown. Como ya os habréis dado cuenta en etapas anteriores, yo soy un poquito friki con el tema de la tv y el cine (Sergio también…pero menos) y tenía en mente hacer una visita a un sitio que alguno conoceréis si os gusta el programa: “Gold & Silver Pawn Shop”. No sé cómo se llama el programa en español porque creo que tiene varios nombres según el canal en el que lo veas. En cualquier caso, es un programa de una tienda de empeños, regentada por la familia Harrison: el abuelo, el hijo y el nieto; en fin, que me encanta el programa y estando allí al lado, no podía dejar escapar la oportunidad de ver el sitio, ¿no?
Por si a alguno os gusta, la dirección de la tienda es 713 S Las Vegas Boulevard.

cartel de la tienda de empeños de la tv en Las Vegas

caricatura de los protagonista de la casa de empeños de la tv en Las Vegas

Dejamos el coche en un parking que había a unos cuantos metros de la tienda cuyo funcionamiento era el siguiente: dejabas el coche en una de las plazas numeradas, ibas a la máquina-parquímetro, introducías el número de tu plaza e ibas metiendo el tiempo que querías estar; una vez habías escogido el tiempo (nosotros pusimos como un par de horas), pagabas lo que te marcaba, bien en efectivo o con tarjeta de crédito. Listo. Así de fácil. Mira que al principio, en LA, nos había costado conseguir entender el funcionamiento de los parkings (algunos), no tanto por el funcionamiento en sí sino por el temor a hacerlo mal y que nos multaran. Lo de las multas en USA mete un poco de miedo… Pero bueno, ya íbamos “pillándole el tranquillo”… jejeje…

En fin, que una vez dejamos el coche, fuimos hasta la tienda. Al llegar, nos extrañó que no hubiese cola y pudiésemos entrar de frente; luego nos dimos cuenta del porqué, y era que en ese momento no estaban grabando, con lo que la entrada era más fácil. Total, que entramos y dimos un paseo por la tienda, que es bastante larga. Sergio, a día de hoy, todavía sigue diciendo que el sitio parece mucho más grande en la tele que lo que en realidad es.
Hay todo lo que se ve en el programa: monedas antiguas, medallas, pistolas,… ¡De todo! Y claro está, una parte de la tienda está “dedicada” al propio programa, con merchandising tipo tazas, toallas, camisetas… Vamos, un negocio dentro del propio negocio.
Nos disponíamos a salir y estábamos mirando una de las vitrinas con unos anillos preciosísimos (Sergio no se animó a regalarme ninguno) cuando se acerca uno de los chicos que están detrás del mostrador y nos pregunta, papeles y boli en mano, si nos interesa quedarnos en la tienda mientras graban, que iban a empezar en unos minutos. A punto estuve de decirles que sí pero luego, pensándolo mejor, nos dimos cuenta que no sabíamos el tiempo que podría durar la grabación –que probablemente fuese bastante- e igual nos perdíamos el resto de planes que teníamos. Así que muy a mi pesar denegamos la invitación y nos fuimos.
Al salir, ya pudimos ver la cola que se estaba formando a la entrada. Tuvimos suerte de llegar antes de que se pusiesen a grabar.

Lidia bajo el cartel de la tienda de empeños de la tv en Las Vegas

Seguimos nuestro camino dando una vuelta por los alrededores, y nos encontramos con algo que no pensé que estaba por allí: una de las famosísimas capillas de boda. En concreto, se trataba de la “Graceland Wedding Chapel”, una de las más conocidas, donde multitud de celebrities han celebrado sus bodas en Las Vegas; un ejemplo, Jon Bon Jovi (este fue el momento de enviarle a mi amiga Vanessa una foto de la capilla porque es una mega-súper-ultra fan del grupo…jejeje). La capilla es una de las más antiguas de la ciudad –abrió en los años 50- y el propio Elvis dio su permiso para que utilizasen el nombre de Graceland. Vamos, que el sitio es una celebridad en sí mismo…

capilla de bodas Graceland en Las Vegas

Sergio y Lidia a la entrada de la capilla de bodas Graceland en Las Vegas

También encontramos una tienda que nos llamó la atención por fuera, al pasar, y decidimos entrar. ¡Menudo tesoro! Nos tiramos en ella como más de media hora, viendo los trillones de cosas que tenían allí, casi todas de hace años. Muy vintage, ahora que está de moda.

tienda vintage en Las Vegas

Por cierto, allí nos compramos una ficha auténtica del hotel-casino “The Sands”, un sitio histórico donde, en su época, se reunía el famoso “Rat Pack”, el grupo formado por Frank Sinatra y compañía. Dicen que incluso tenían sus propias fichas con las que jugaban en el casino. La nuestra no es una de ellas (imagino que, si las hay, no deben de ser precisamente baratas), pero nos fuimos muy contentos de allí con nuestra compra.

En fin, se estaba acercando ya la hora de comer y el hambre empezaba a aparecer, así que decidimos volver al Bellagio, dejar el coche e ir, hoy sí, a comer al buffet del Paris. “Le Village Buffet”, se llama en concreto el restaurante y, si no recuerdo mal, el precio por persona es de $24.99. Había bastante cola, pero no como el día anterior; esperamos un ratito y al poco ya llegamos a la caja, pagamos y esperamos otros 10 minutinos hasta que vino una chica y nos llevó a nuestra mesa. Ya de la que íbamos caminando pudimos hacernos una idea de lo que allí había. ¡Madre mía! Pensamos que habíamos acertado yendo y realmente así fue. Mira que yo no es que coma exagerado, pero aquel día me puse “como el kiko”. Había carne, pasta, pescado, marisco, sushi… Y los postres… ¡jolín con los postres! Estaba todo buenísimo y no hubo nada que probásemos y que no nos gustara. Recomendado 100%.

Ya con el estómago llenísimo, decidimos que era hora de probar algo en nuestro hotel de lo que no habíamos disfrutado ni en este, ni en nuestro anterior viaje: la piscina. Así que subimos a ponernos los bañadores, cogimos nuestros libros y p’abajo. Solamente tienes que llevar la llave de la habitación y enseñarla de la que entras en la zona de la piscina, bajas las escaleras y allí te dan dos toallas por persona. Buscamos un par de hamacas que estuvieran un poquito a la sombra (no somos muy de tomar el sol) y allí nos tiramos. Había mogollón de gente, pero como hay un par de piscinas y la zona es enorme, se estaba bastante a gusto. Sergio se puso a leer pero yo me quedé en un momento “grogui” total (imagino que por la panzada de comida) y allí que me eché mi siestecita. Cuando ya empezábamos a tener calor, nos tiramos al agua que estaba genial y pasamos un buen rato, hasta que salimos “arrugaítos”… jiji…

Cuando nos cansamos de estar en la piscina, subimos a la habitación para prepararnos para lo que sería nuestra última visita en Las Vegas, la zona donde comenzó todo: Fremont Street.
Sin embargo, de la que salíamos de nuevo a por nuestro querido Tucson, nos llevamos una grata sorpresa: habían acabado la decoración del “Conservatory” del hotel y ya podíamos verlo. ¡Viva!
Os explico: The Conservatory es una zona justo delante del “Café Bellagio”, donde cada estación del año es recreada con plantas, flores y árboles magníficos. Pues resulta que el día en que llegamos a la ciudad, nos dimos cuenta que estaban trabajando allí y cambiando la decoración. Pensamos que no nos iba a dar tiempo a verlo acabado pero… ¡nos equivocamos! Y qué alegría de equivocación porque, chicos, lo que había hecho allí era maravilloso:

The Conservatory en el Hotel Bellagio de Las Vegas1

The Conservatory en el Hotel Bellagio de Las Vegas2

The Conservatory en el Hotel Bellagio de Las Vegas3

The Conservatory en el Hotel Bellagio de Las Vegas4

Y así de contentos nos fuimos hacia Fremont después de pasear un ratito por estos “jardines” tan bonitos.

El tráfico a esas horas era horrible y tardamos un ratito en llegar hasta allí. Dejamos el coche en un parking, con tan buena suerte de que no había nadie en la garita y la barrera estaba levantada. Como todo el mundo entraba, pues nosotros hicimos lo mismo. Un poquito mosqueados por el tema de no pagar, pero bueno, no teníamos ganas de seguir buscando sitio.
Una vez aparcados, fuimos directamente hacia la calle que es inconfundible por la cantidad de luces que se ven a lo lejos.
Se trata de una calle con techo donde, como os digo, las luces son predominantes, así como también el ruido y la cantidad de gente. ¡Había más gente que por el Strip! Dimos un paseo de principio a fin de la calle, entrando en una tienda de souvenirs que había en una de las esquinas y esperamos a que comenzara el espectáculo de música del techo. Para seros sinceros, no es algo que nos gustase especialmente. Sí, es algo que estando en Las Vegas creo que hay que ver, pero no es algo que nos llamase especialmente la atención. Claro que para gustos, los colores…

calle Fremont en Las Vegas1

calle Fremont en Las Vegas2

calle Fremont en Las Vegas3

calle Fremont en Las Vegas4

Y con estas, así acababa nuestra experiencia en la ciudad del pecado. ¡Ah bueno! No sin antes apostar unos dólares en la ruleta del Bellagio. Fue un momento de cachondeo total para nosotros (y seguro que para alguno más que estaba sentado a mi alrededor en la mesa) porque no tenemos ni idea de jugar y aún así… ¡ganamos! Claro, que luego volvimos a apostar y… ¡perdimos! ¡Jajajaja! Pero no os vayáis a pensar que nos arruinamos ¿eh? ¡Si sólo jugamos $30! ¡Jajaja!
Pero…shhhh… recordad algo: “Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas”.

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