7 DÍAS EN LISBOA – De camino, con parada en Ávila

Sábado, 03 de Mayo de 2014.
Empezábamos las vacaciones y las empezábamos (al menos yo) con “mala pata”, y nunca mejor dicho; y es que el día anterior, tuve que acercarme hasta el médico porque me dio un ataque de ciática –o algo así, todavía no tengo muy claro lo que fue- que apenas me permitía caminar. ¿Y cómo íbamos a anular todo con las ganas que teníamos de ir? Total, que me dieron un buen “chute” y alguna que otra pastillita y así me fui arreglando. Eso sí: tuvimos en cuenta durante toda la semana esta circunstancia, así que nos tomamos las cosas con calma para que no me pusiera peor.

Y con este tema más o menos solucionado, nos levantamos tempranín para llegar a Ávila, nuestra primera base del viaje hasta Lisboa, lo antes posible y aprovechar así el día. A las 8 de la mañana más o menos nos poníamos en ruta.
Por el camino paramos a estirar un poquito las piernas y tomar un café y sobre las 13:15 de la tarde habíamos llegado a la ciudad amurallada.

muralla de Ávila

El hotel elegido, como os contamos en la entrada de los preparativos, fue el Puerta de la Santa. El año anterior se habían quedado allí nuestros amigos Rubén y María, de «Callejeando por el Mundo«, por lo que teníamos buenas referencias. Es un hotelito chiquitín, sin demasiadas pretensiones, pero perfectamente situado –a 20 metros de una de las puertas de la muralla: la Puerta de la Santa-, muy limpio, con un personal muy amable y con un precio razonable.
Nos costó un poquito encontrarlo porque las calles hasta llegar a la entrada son súper estrechas y nos liábamos un poco con el GPS, pero al final no hubo mayor problema. Al llegar, aparcamos momentáneamente a la entrada y mientras yo hacía el check-in, Sergio iba a buscar sitio para el coche; el hotel no tiene parking, pero el chico de recepción nos aseguró que no íbamos a tener problema ninguno si queríamos dejarlo en la calle. Lo cierto que nos pareció una zona completamente segura y lo dejamos justo enfrente de la entrada del hotel. Fue el único día que nuestro cochecito “durmió” fuera.

Como habíamos llevado alguna cosita de picar porque no sabíamos si íbamos a comer por el camino, decidimos, antes de empezar a deambular por la ciudad, comer algo de lo que llevábamos. Así que después de un refrigerio, cogimos los bártulos y nos pusimos en marcha. No llevábamos nada organizado, así que con la ayuda del mapa que nos dieron en recepción, fuimos controlando un poco el tema y pensando a dónde queríamos ir. Aunque a lo que nos dedicamos en un principio fue a caminar tranquilamente y disfrutar de lo bonita que es la ciudad…

Sergio delante de la muralla de Ávila

vistas de los exteriores de la muralla de Ávila

Lidia con la escultura de Santa Teresa de Jesús en Ávila

Y con estas, acabamos llegando hasta el pórtico de la catedral. Esta era una visita que yo quería hacer y justo cuando estábamos a punto de entrar vimos que había un cartel a la entrada en la que informaba de una visita guiada, no solo de la catedral, sino también de otras zonas, que empezaba a las 4 de la tarde y costaba 8€ por persona. Nos lo pensamos un poco y como no teníamos muy organizado el día, como os comentaba antes, decidimos “arriesgarnos” y hacerla. Era un poco temprano así que seguimos dando una vuelta, sin lugar fijo, para hacer tiempo.

calles de Ávila 1

calles de Ávila 2

calles de Ávila 3

A eso de las 4 menos algo nos fuimos acercando a la entrada de la catedral porque no sabíamos muy bien cómo funcionaba el tema. Al rato de estar allí esperando, vimos que empezaba a llegar gente y a hacer cola detrás de nosotros (estábamos justo al lado del cartel donde se anunciaba la visita) y flipamos un poco con la cantidad que iba llegando. Empezamos a pensar que quizás lo de hacer la visita guiada no había sido muy buena idea porque con tal cantidad de gente sería complicado… pero bueno, ya que estábamos allí, nos daba no sé qué irnos, así que nos quedamos. ¡Y menos mal porque al final resultó una visita maravillosa!

José, el guía, cuando llegó y vio la cola se quedó sorprendido, pues nos dijo luego que no solía haber tantísima gente; incluso tuvo que dejar a algunos fuera para el tour de esa hora…
La visita, como os decía antes, fue fantástica y nos alegramos muchísimo de haberla hecho. Nos fue llevando por varios puntos de la ciudad: la Catedral, el convento de Santa Teresa, la Ruta de los Palacios, la Muralla… ¡3 horas en total! Tiempo que nos pasó rapidísimo, porque las explicaciones que nos daba José, llenas de anécdotas, eran de lo mejor que haya escuchado en una visita de este tipo. Cuando nos dimos cuenta eran las 7 y media de la tarde y ni nos habíamos dado cuenta.

Al terminar, nos despedimos  dándole las gracias y felicitándole por su trabajo y nos fuimos a tomar algo a un bar –un poco a las afueras de la ciudad- que nos habían recomendado en el hotel. El sitio era chulo, sí, pero quizás era un poco temprano y el ambiente no estaba muy animado. Yo estaba bastante cansada y me empezaba a doler un poco la pierna (entre el viaje en coche y la caminata…), así que acabamos nuestras cervezas y nos fuimos directamente al hotel. Además, como tampoco habíamos comido mucho, empezaba a apretar el hambre.

Decidimos cenar allí mismo e ir a descansar. Al fin y al cabo, al día siguiente habría que madrugar un poco para hacer un par de visitas más que nos había recomendado José, y teníamos que llegar a Lisboa así que ¡a dormir! El viaje había comenzado muy bien…